Según informaciones del Instituto Nacional de Estadística, INE, en los 15 próximos años España ganaría 2.356.789 habitantes, un 5,1% más, hasta superar los 49 millones de personas en 2033, gracias, principalmente, a un elevado saldo migratorio en el período proyectado.
Esta tendencia se comenzó a notar con los datos de 2017, cuando el número de españoles se redujo en 20.337 personas debido al mayor número de defunciones que de nacimientos mientras que, por su parte, la población extranjera aumentó en 152.600 personas, cerrando el año con una cifra provisional de 4.572.055 extranjeros residentes.
El INE explica que en 2017 España registró un saldo migratorio positivo de 164.604 personas, es decir, que la inmigración aumentó un 28,4%. Desde entonces, la tendencia se mantiene y convierte la llegada de extranjeros a España en la tabla de salvación demográfica de un país donde los nativos cada vez son más viejos.
Así, la imagen que se vende por parte de algunos desinformados, en la que los extranjeros somos unos invasores, cambia radicalmente y se convierte en una estampa mucho más satisfactoria: Cada extranjero que recala en territorio español es un soldado más en la lucha contra el envejecimiento de esta gran nación. No somos invasores, somos los refuerzos que respondemos raudos al toque de trompeta y venimos a salvar a la sociedad española en la peor de sus guerras.
¡Y qué bien que peleamos!, ya que no sólo rejuvenecemos a la población, sino que aportamos a las arcas públicas, frenamos el déficit del sistema de pensiones y no abusamos de los servicios públicos, como indica un estudio de Fundación la Caixa de 2011. Este documento ilustra el último punto con un contundente dato, menos del 1% de los perceptores de pensiones son extranjeros y de éstos, más de la mitad son ciudadanos europeos.
Con una edad media muy inferior a la de la población local, no suponemos un gasto en pensiones–el mayor desembolso del presupuestos del Estado–; por la misma causa no usamos el sistema sanitario con la asiduidad que los vernáculos; y no olvidemos que damos vida a los diferentes tipos de mercados, incluyendo el de la vivienda, uno de los pilares de la economía española… En fin, que batallamos, mucho y bien, por este país que nos acoge.
Pero no basta con los que estamos, las proyecciones demográficas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y las del Fondo Monetario Internacional (FMI) ya han indicado que “las bajas tasas de natalidad unidas al aumento de la esperanza de vida” harán que España se convierta en el segundo país más envejecido del mundo, profecía que implica el colapso de la Seguridad Social y del país entero. Así, la directora del FMI, Christine Lagarde, no duda en pedir “más de cinco millones de extranjeros hasta 2050” para salvar el sistema.
El reto que se nos presenta a todos, como sociedad, es grande, y creo que por parte de los inmigrantes el compromiso también lo es, por eso nuestro afán por convocar al mayor número de inmigrantes posible para las elecciones de mayo. Pero insisto, no basta. A nuestro flujo de capital humano le hace falta el apoyo de los españoles, solamente así nuestra legión extranjera podrá luchar en condiciones.
Nuestros pedidos deben ser escuchados, nuestras necesidades deben ser atendidas y nuestra idiosincrasia debe ser comprendida para derrotar a los verdaderos males de esta sociedad. Sabemos cuánto necesita España de nosotros para ganar esta guerra, la duda está en saber si España es consciente de ello. Así que procuremos evitar malos entendidos, hagámoselo saber en las urnas.