Revisando el Plan Demográfico del Principado de Asturias

El día de hoy, leyendo una más de las tantas informaciones existentes que resaltan la capital importancia de la inmigración para maquillar la debacle demográfica del Principado, me reencontré, más de un año después, con un documento que había olvidado por completo, el Plan Demográfico del principado de Asturias (PDPA) 2017-2027.

Hay que reconocer que el Principado está preocupado por el envejecimiento de su población y por el recambio generacional que debe darse en los sectores productivos de la comunidad. Su rol en la creación del  Foro de Regiones Españolas con Desafíos Demográficos, así como la infaltable participación de sus representantes en cada uno de los siete encuentros realizados con las comunidades que conforman esta iniciativa (Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Galicia, Extremadura y La Rioja) posiciona el drama demográfico como una de las problemáticas regionales con mayor relevancia para el Gobierno asturiano.

Por eso no deja de llamarme la atención la manera que en el PDPA se aborda la inmigración en Asturias… Me asombra que en un documento de 228 páginas, que aborda las razones y las soluciones para un crisis demográficas, se mencione la palabra “inmigrante” 12 veces y  la palabra “inmigración” solamente cuatro, una de ellas en las referencias bibliográficas…

Muy raro todo, como que los foriatos somos y no somos una respuesta… Como que Asturias quiere inmigrantes… pero no quiere. Muy raro todo en ese PDPA.

Me asombra porque en el mismo documento se reconoce la existencia de un proceso de “gerontocrecimiento” que se producirá con certeza, “incluso en el mejor de los escenarios posibles, con un aumento de la natalidad, o incluso la llegada de población joven inmigrante o el retorno de emigrantes”. Es decir, mi estupor se da por la carencia de medidas reales dentro del PDPA para  facilitar “el mejor de les escenarios” favoreciendo la inmigración, una de las respuestas dadas en el documento, la más real que tienen Asturias y España para afrontar el peligro social de una población envejecida.

Por eso, revisar el PDPA y descubrir que el asunto “Población Inmigrante y Refugiada”, el quinto de sus siete ejes, se despacha en un párrafo (pag. 147) no deja de ser absurdo. A parte de esas breves líneas, el tema inmigratorio se menciona de manera anecdótica, extrañamente displicente,  una docena de ocasiones en todo el texto y en un cuádro que se repite al final del documento (pag. 212).

En este cuadro se nos dice que de las 49 medidas tomadas, solamente dos son para “Población Inmigrante y refugiada”, y que estas se dividen en ocho acciones que se resumen en acoger, informar e integrar… ni una sola mención al empleo, la vivienda o la salud.

Las observaciones existentes son tan vagas como que  “se debe atender y procurar su integración (la de los inmigrantes) y asentamiento en la comunidad de modo que contribuyan al rejuvenecimiento general de la población”(pag. 147), o que “también hay que considerar la necesidad de que esta inmigración contribuya al reequilibrio territorial de Asturias y la importancia que puede tener para revitalizar el medio rural” (pag. 83), lo que nos hacen pensar que se nombra a la inmigración porque es una solución, pero dejando claro que no es la solución del agrado general.

Muy raro todo, como que los foriatos somos y no somos una respuesta… Como que Asturias quiere inmigrantes… pero no quiere. Muy raro todo en ese PDPA.

Como no tengo las respuestas, me pongo a trazar una línea descendente entre 2009, cuando el número de asturianos era de 1.085.289, y 2019, cuando los del Principado somos  1.028.244. El ángulo de la pendiente no declina, todo lo contrario. Con un poco de ayuda podríamos subsanar la debacle… solamente un poco. Para ello, hay que pedir esa asistencia, y para pedirla hay que nombrarla, sin ambages: Inmigración. Hagámoslo ya, no vaya la gente a pensar que nos da miedo o asco.