Una gran ejemplo para los migrantes de Asturias y del mundo

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Hace poco menos de dos semanas se dio un suceso que ha afectado sensiblemente a la comunidad de migrantes asturianos en Bélgica y el mundo.

Hace poco menos de dos semanas se dio un suceso que ha afectado sensiblemente a la comunidad de migrantes asturianos en Bélgica y el mundo. Con 68 años falleció en Bruselas José María Gómez-Valadés, mejor conocido por propios y extraños como Tamargo, fundador de los Consejos de Residentes en Bruselas, consejero general en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el exterior y, sobre todo, querido orgullosoasturiano.

Con 11 años de edad, Tamargo dejó el Principado para migrar con su familia al norte de Europa como muchos otros paisanos suyos que en este continente o ya sea en Argentina, México, Estados Unidos, Venezuela o el resto de países hispanohablantes, salieron a buscarse la vida que su tierrina no les podía ofrecer.

Si bien la distancia de lo más querido generó en Tamargo esa nostalgia común (la que compartimos todos los que construimos un segundo hogar pensando en el primero), también le dio la perspectiva necesaria para entender cómo vivir su tierra en lontananza. Así fue como empezó ayudando a los asturianos desorientados que llegaban a Bélgica buscando lo mismo que los ecuatorianos, peruanos o colombianos buscamos en España: un futuro.

Promovió la agrupación de Asturianos en Bélgica y ayudaba con la tramitación de documentos para hacer accesible la burocracia belga a sus paisanos en ese país y vía postal a los que todavía no habían emigrado.

Conocer su historia me hizo pensar que en los tres años de documentación de la comunidad de extranjeros residentes en Asturias y España que llevo a cuestas, he tenido la suerte de encontrarme con muchos Tamargos de América, África y Europa del Este y me pareció justo presentarles la digna figura de este caballero que aprendió a vivir a Asturias en la distancia a través de los asturianos, justo como la mayoría de los líderes asociativos de origen extranjero lo hacen en el Principado.

La idea de ese chico de 11 años que llegó a Bruselas y se las ingenió para ser un productivo miembro de la sociedad belga a la vez que impulsaba las tradiciones y la unidad entre sus paisanos me llena de esperanza… Basta salir a la calle para descubrir en cada esquina potenciales Tamargos en cada uno de los niños que conforman el colectivo de los #NuevosAsturianos, siempre tras ellos hay uno o varios adultos que les están transmitiendo con amor las cosas bonitas que sus países de origen aportan desde ya al Principado.

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