El 11 de marzo de 2004 España sufrió el ataque terrorista más cruento de su historia y de la historia europea. Con un saldo total de 193 fallecidos y 2.084 heridos, los atentados acontecidos en Madrid y ejecutados por comandos extremistas islámicos, como represalia por la participación española en la invasión a Irak de 2003, cambiaron para siempre el devenir de esta nación.
De los 193 fallecidos, el 34% eran inmigrantes, pertenecientes a 34 nacionalidades distintas. Ellos forman parte del grupo de personas de clase media-trabajadora, en su mayoría, que se dirigía a sus lugares de trabajo en aquel fatídico día. Estas víctimas fueron atendidas por los gobiernos españoles (PP y PSOE) con medidas que abarcaron necesidades tan variadas como la demanda de vivienda para las personas sin recursos, la atención sanitaria y psicológica e, incluso, el otorgamiento de la nacionalidad española mediante un proceso de regularización extraordinario para las víctimas del 11M y de sus familias.
Como siempre, los datos no nos permiten mentir: 65 personas, más de la tercera parte de los fenecidos en el atentado eran extranjeros que llegaron a España en busca de un mejor futuro. Las horas del ataque nos permiten asegurar que eran de clase trabajadora, y el dolor de sus familias hace patente el vacío que dejaron y que nunca será cubierto con nada, ni con los muchos homenajes que las autoridades nacionales y autonómicas les han ofrecido, como la Gran Cruz de Reconocimiento Civil a las Víctimas del Terrorismo que sus familias recibieron por la vida de sus seres queridos.
Este día de recuerdo para el Pueblo Español debe ser también un día de conmemoración para nosotros, los Nuevos Españoles. Como lo demostró la inmolación de esos 65 héroes, nuestro compromiso con esta tierra sobrepasa el nexo histórico, el sincretismo cultural o la necesidad de desarrollo personal. Nuestro compromiso es total y profundo, como las heridas de los que murieron, nativos y extranjeros, construyendo la nación que todos protegemos hoy.
Nuestro trabajo edifica esta España y nuestras decisiones también lo deben hacer. Si estamos tan decididos a hacer de esta tierra nuestro nuevo hogar, tanto que a algunos les ha valido el sacrificio máximo, lo lógico es que demos el siguiente paso y nos comprometamos no solamente con nuestras manos, sino también con nuestras mentes.
Los atentados del 11 de Marzo de 2004 cambiaron para los españoles el curso de un proceso electoral; así, procuremos que la conmemoración de su 15º aniversario despierte en nosotros, los nuevos españoles, una renovación de nuestro compromiso con esta gran nación a través de nuestro derecho a elegir.