Representatividad y Legitimidad

Análisis

En una entrevista, con un dirigente de un importante y tradicional partido político de Oviedo, se me explicó que el desinterés de los extranjeros por su derecho al voto era evidente ya que no acudían a los colegios electorales el día de los sufragios. Al preguntarle cómo sabía que los nuevos vecinos no iban a votar me respondió que eso era cuestión de ver quienes sí lo hacían.

Sin asumir este método de control, basado en la escala de colores y el ojo de buen cubero que cada uno pueda tener, debo decir que este dirigente político no está desencaminado del todo, y que dentro de los colectivos organizados de extranjeros hay una conciencia de esa realidad: No votamos.

Y cuando se trata de abordar el porqué de la negativa al voto, suelen aparecer dos respuestas: 1) No me interesa la política, y 2) (Los partidos políticos) sólo se acuerdan de nosotros en elecciones. Como dicen en España, dos verdades como puños… como puñetazos, para ser más exactos.

En el primer caso es inquietante darnos cuenta de que desde que empezó, en 1997, el auge de la inmigración en este país, pasando por los duros años de la crisis económica, hasta ahora, no se ha dado un proceso de integración total entre los más de 4 millones y medio de extranjeros que vivimos en España. Y en el segundo, de que las palabras claves de la política: Representatividad y Legitimidad, no están entre las que describen la relación que los nuevos españoles tienen con sus autoridades.

Ese “no me interesa” es fruto de aquel “sólo nos recuerdan en elecciones”. Y es que mirándolo desde la perspectiva de los nuevos vecinos ¿cómo me va a interesar un proceso social en el que no se me toma en cuenta?, ¿cómo interesarme en algo sobre lo que no se ha llamado mi atención?, ¿cómo voto por alguien en el que no me reconozco? ¿Cómo?

Ante la falta de respuestas a estas preguntas llega el lógico desapego que solamente se evita en poblaciones en donde la cuota de nuevos vecinos es mayoritaria (sobre todo en Madrid y Cataluña) y, por obvias razones, el extranjero puede tener autoridades que los representan y que son legítimas a ojos de sus vecinos autóctonos.

En declaraciones a El Confidencial, Laura Morales, investigadora y coautora del estudio “La representación política de los inmigrantes en elecciones municipales”, publicado en 2014, explicó que en países como Reino Unido, Francia, Bélgica, Holanda o Alemania, en torno al 5 y al 7% de los representantes electos son de origen extranjero. Pero en España o Italia el dato se sitúa en torno al 2% debido a que la inmigración es un fenómeno más reciente.

Dicho informe concluye que existen “enormes brechas” en el ámbito local, entre la representación real y la representación perfecta de los extranjeros en sus municipios. Así, esta “infra-representación política” se evidencia en la escaza o nula inclusión de candidatos de origen inmigrante en las listas electorales y en el número final de concejales electos. En conclusión, “los colectivos analizados tienen niveles de representación política muy por debajo de los que les corresponderían siguiendo criterios de representación descriptiva.”.

El mismo estudio sostiene que a la hora de ignorar a los extranjeros no existe ideologías, la izquierda y la derecha lo hacen por igual a nivel autonómico y nacional;  y que si alguien tiene la balanza a su favor son los de la diestra que nominan más candidatos extranjeros, eso sí, europeos y para más señas, rumanos.

Representatividad y Legitimidad. Poco más. En esas dos palabras está la receta para que los nuevos españoles se sumen a la fiesta democrática como uno más.

Representatividad para que los nominados a los distintos puestos tengan Legitimidad y así legislen y apliquen la ley con conocimiento de la realidad de los inmigrantes en este país. Solamente así podremos dejar de lado la escala de colores y el ojo de buen cubero como barómetro para la participación electoral.

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